Titulada Rito y geografía del cante es el cénit de cuanto se ha hecho de flamenco en televisión. Era en blanco y negro, por supuesto, se filmó en los primeros setenta y en la serie están todos los grandes, desde Pericón a Camarón, pasando por un Manolo Caracol en el intimismo de una fiesta en su casa de Puerta de Hierro poco antes de su muerte. Casi todo lo que se hizo después de esta obra memorable fue bebiendo de su fuente y aportando únicamente la aparición de nuevos cantaores y fusión, niño, marchando otra de fusión. Del genio de la Alameda me queda el recuerdo vivo de esa fiesta en Rito y geografía más su aparición, de luto riguroso por la muerte de Luisa, su mujer, en los medios de la Maestranza una noche de su último verano despidiéndose de su Sevilla. Rito y geografía del cante, qué pedazo de monumento.